lunes, 5 de julio de 2010

Ojos verdes


Lo vi en primavera con una camisa a cuadros y jeans, siempre traía la mirada baja, estaba en medio de la plaza como si fuera ajeno, como si viviera en un mundo paralelo que lo mantenía al margen de los demás mortales. 
“El patrón” me dijo su empleada, ya que debido al aburrimiento de la tarde, la chilanga me hizo plática. Era una chica agradable con acento defeño, me platicó que el papá de “el patrón” vendía antigüedades en galerías del DF y a tianguis dedicados a eso, estaban probando el mercado en Puebla. Con ella hable como ocho días después de haber visto al susodicho por primera vez, fue justo en esa conversación que me enteré que él hablaba un español extraño, porque se acercó a hablar con ella, y le tenía que hablar lento para que la entendiera... Ese día me lanzó algunas miradas nada indiferentes a las que correspondí, parecía un chico serio hasta entonces, solo me veía de lejos y no se acercó para nada, hasta el siguiente día.
Era domingo, y la luz del sol le daba un acento especial a la situación, mi papá intentaba negociar con él y con los empleados unos muebles que “me gustaron mucho”. Estaba sentado en pleno sol con una lap blanca en las piernas, de pronto, casi accidentalmente cruzamos las miradas y como iluminado por quiensabequecosa me sonrió discreto. Es un chico de cabello castaño claro, ojos verdes, y rasgos imprecisos, al principio yo pensé que era mexicano y después estaba segura de que era gringo… hasta hace algunos meses supe que es hijo de una alemana y un mexicano, pero por alguno marciana razón que desconozco nació en Gringolandia, vive a un par de horas de Chicago.
Aparenta más edad ,pero es solo unos meses mayor que yo, ese día fui de en medio de la plaza a la Galería de mis padres, nos habíamos visto fijamente tantas veces en el día que nos resultaba complicado no sonreír, seguro que me puse de mil colores y de nervios me quería reír de todo , entonces yo iba caminando y él caminó de frente hacía mi, cuando estuvimos a medio paso de distancia, me enseñó un papelito que sostenía con los dedos mientras me sonreía sin dejarme de ver a los ojos, capté de inmediato el mensaje, porque yo llevaba otro papelito doblado en la bolsa de mi falda donde había escrito mi correo, fue cosa de unos segundos en los que el corazón se me disparó de nervios, seguí caminando y sin ver metí el papel junto al que yo había escrito, cuando supe que no me veía lo desdoble ; vi su e.mail y su nombre escrito en tinta azul. Él entonces estaba guardando todo lo que habían traído en una camioneta que parecía casa rodante, me acerqué a Diana, la empleada, y a mi mamá que entonces estaban platicando sobre los muebles que querían comprar, no sé si alguien habrá notado cuando él se acerco y yo le extendí mi papelito… Me sonrió con una naturalidad que siempre me ha gustado, es de sonrisa sutil y perfecta, como si la hubiera medido cuidadosamente y de una espontaneidad que contrasta.
Ya había guardado sus cosas y entró a hablar con mi papá que me daba la espalda, mientras él quedaba frente a mí… Mi papá habló, habló y habló… a veces él asentía con la cabeza y me miraba, hasta que estuvo a punto de reírse mientras mi papá seguía hablando serio y solo, porque estoy segura que él apenas entendió unas oraciones. A él lo esperaban en la camioneta, y cuando me miraba hizo un ademan para que me acercara. “¿vas a venir la próxima semana?” fue lo único que me dijo y se despidió, empezamos a chatear al día siguiente él ya estaba en el DF, me contó varias cosas, hasta que a media semana cuando a medio segundo de conectarme escribió “malas noticias” “mis padres llegan en la noche y mañana temprano regreso a Estados Unidos” y no lo volví a ver.
El encanto se fue, me escribió cosas como: “espero no estás enojada conmigo” “muy bonita” “te voy a dar un beso” (y abria la boca de sorpresa ante mi negativa), “te veo pronto, i wish” “ven a visitarme”… Así es, el chico de los ojos verdes que colecciona gatos gordos, se sonroja cuando ríe, vive al norte y a veces hace el favor de escribir “Voy a México”, aunque no lo vuelva a ver.