martes, 30 de septiembre de 2014

Otoño.




Tiene un acento, que no oculta que es del norte. Suelta una que otra palabra en nahuatl y abraza como quien entrega todo. Se indigna hasta la piel ante lo injusto, pero siempre tiene una voz serena casi diplomática, aunque maldiga, aunque el enojo se desborde.

Habla pausado como explicando, pero escuchando y observando sin dejar ir un detalle de mi boca, y huele a bosque, a camino, a quien no se cansa de luchar contra corriente, y se saca los anteojos y se talla la mirada.


Ha sido un día pesado, por eso se quita los zapatos y nos asomamos al balcón de un hotel de cinco estrellas, prendé un cigarro, yo lo escuchó y él me pregunta como bombardeando sin rumbo.

La cama es grande y la luz cálida, hay un papelito que leo mientras él sigue hablando. Hay un sofá cómodo y amplio en el que me siento a observar, a observar la casualidad de subir un ascensor juntos, de estar juntos justo ahora, creo que es Octubre, pero no hace frió, ni llueve, ni pasa nada, el tiempo quizá se detuvo. Es de madrugada y yo sólo iba por un café o una cerveza al restaurante de un hotel de lujo, pero estoy hablando con ese casi desconocido, que me inspira confianza, lo he visto en la tele y en los diarios, hablando de justicia o más bien de injusticia, mentado madres ya en confianza, jubiloso por ganar alguna pequeña batalla al roído sistema.

Es delgado, pero de su lengua salen términos que no entiendo del todo y que lo hacen un poco poderoso, pero muy humano, o más bien un poco necio y obstinado

Lo conocí afuera de un  penal en la Sierra, tiene el cabello largo y rizado, la barba cerrada y la piel muy blanca. A cada muñeca la rodea   un montón de pulseras tejidas y coloridas.

Lo conozco apenas unas palabras, apenas unas entrevistas y algunos abrazos sinceros de dos a los que les indigna la misma basura. Lo conozco en una conversación en la mesa en la que todos terminaron por inmiscuirse.

Camino con él un par de cuadras, es casi de madruga, apenas hay gente en la calle. Resuelve hacerme una pregunta y pararse en seco a mirarme de cerca, esperando una respuesta nada personal, que me confunde, me confunde la cercanía.

Ahora bajo la luz, y sentados sobre la cama puedo observar y hacer preguntas, observar con los ojos cerrados la claridad de su piel, la delgadez de sus labios casi invisibles. Sólo es mayor unos años, pocos años, pero me siento un poco en desventaja, por el camino recorrido, por el acervo en su memoria como de un viejo.

Él es como de otra época. Él es una canción de Silvio Rodríguez o de Café Tacuba o una extraña mezcla de ambas. No se despega un minuto de sus pasiones, no se olvida de los porqués, pone todo sobre la mesa ... y entonces se confiesa en un acto de honestidad inedita y me sorprende... y no lo olvido como no se olvidan esas verdades enteras, y lo agradezco porque su actuar es la excepción de la regla.










miércoles, 29 de febrero de 2012

"I dont wanna miss a thing" de fondo.


Maria pidió permiso a mis papás e insistió tanto que me contagió esas ganas de salir.  Éramos cuatro, ella, yo,  su novio  y el amigo del novio. Ese amigo de Diego, el que veía Tania todas las mañanas en la combi, el mismo que le guiñaba el ojo y tenía brutas a algunas … de su calle.
A algunos años de esa “cita” aun no sé si fue planeada, o si fue casualidad o una parada obligada en el camino de mi vida.
Roberto, Roberto el amigo de Diego, traía el cabello a la barbilla, castaño, de ojos cafés y una cicatriz en el labio… Me llevaba varios centímetros aun con tacones y un par de años, yo estaba por entrar a la universidad.
Maria y Diego, tenían la bonita costumbre de pelear todos los días, en el momento menos indicado.  Ese día no fue la excepción. Estábamos los cuatro en una mesa, y ellos empezaron a discutir; con esos silencios incómodos, Roberto y yo hicimos plática… Fue esa misma noche que Roberto le dijo a Maria: “Tú amiga en serio me interesa”.
A Roberto lo perseguía una reputación forjada con años de “relaciones” y miles de momentos con infinidad de mujeres, mayores por cierto y… otras cosas,  me enteré que quería ser stripper,  pero nunca se le hizo. Y así fue como con una lista de advertencias empecé a salir con él.  Roberto era de esos tipos que sienten que cualquier mujer puede estar a sus pies, que nunca llaman y menos insisten… Pero que cargan con una que los hirió.
Mis días en la preparatoria eran contados y por esa razón (no por él) la situación en sí, hizo más inolvidables las últimas semanas… y claro por ser María una de mis mejores amigas. Esas salidas en las noches, a comer tacos se hicieron frecuentes; María, Diego, Roberto y yo… Nos hicimos “algo muy chido” etiqueta que Roberto quiso poner a lo que teníamos, se le salían algunos “tequieros” y para todos los demás éramos novios. Acordamos de una manera muy relajada, no molestarnos, no  llegar  bajo ninguna circunstancia a la situación de nuestra pareja de amigos…
Fue apenas a unas semanas  de comenzar que llegó con boleto en mano para irse a Cancún, por esos días aun me perseguía la “maldición” gitana del “Chico en Fuga” como sería bautizada por una de mis amigas meses después . Apenas había empezado todo y se le ocurre  largarse, bonita cosa. Y la verdad es que no me cayó tan de sorpresa. No era la primera vez que me pasaba y tampoco fue la última.
Volviendo al punto, Roberto era de esos tipos que las mujeres de las casas colindantes le habían hecho creer que el mundo no lo merecía, y yo lo sabía no porque así lo haya conocido, si no porque mi amiga Tania, que vivía a unos metros de su casa, también se había encargado de eso. Ella reaccionó con asombro ante la noticia de nuestra relación y no paso a mayores.
Lo vi un día antes de irse, me esperaba distraído … Jeans, gafas oscuras, playera blanca en medio de la luz del sol que hizo más castaño el color de su cabello. Y me resigné a que era la última vez que lo veía…
Cuando él estaba en el aeropuerto a punto de abordar el avión, yo estaba en el que fue mi último salón de clases en la preparatoria hablando con él por teléfono y haciendo dibujos imaginarios con mi dedo en la ventana… No me sentí triste, fue algo extraño, era poco tiempo de conocernos y no era para tanto. Di el asunto por terminado sin decir una palabra, dando por hecho que él también lo haría, pero siguió haciendo llamadas breves…
Pasaron algunas semanas, y pensar en él no era tan constante. La idea de buscar; universidades, becas, exámenes, no me había dejado mucho tiempo… y uno de esos días… cuando casi anochecía llamó Maria, para preguntar dónde estaba… Minutos más tarde estaban Diego, Maria, Roberto y un Fulano afuera de mi casa. Roberto dejó esos hombros altos y gruesos olvidados en algún lugar de Cancún, llegó con 10 kilos menos de peso y sin poder probar una gota de alcohol… nunca supe a ciencia cierta porque. Pero él siguió con su obsesión del gimnasio para recuperarse y tomando litros y litros de agua.
Roberto me robó por momentos breves el pensamiento, fue el chico al que siempre vi a deshoras por su trabajo, fue un beso de despidida con una canción popera de fondo que casi me hace llorar, fue una de esas cosas muy chidas e intensas que no se olvidan tan fácil.
Por todas esas horas en su auto, por ese beso clandestino con el que inició todo, por las llamadas de larga de distancia, los mensajes, las estrellas de papel…
Desapareció de mis días de momento y supe que no volvería, pero para sorpresa mía, volvió para pedir “tiempo” con tranquilidad lo despedí sabiendo con certeza que eso no era tiempo, si no un final.
Este fin de semana lo encontré  trabajando en un Pub, misma complexión, menos gimnasio, cabello no tan largo, misma mirada y la misma cicatriz en el labio inferior… Nos abrazamos por todo el tiempo que no nos vimos… Preguntó por el afortunado como para cerciorarse de que no hay nadie, me pidió mi número para nunca marcarme y tal vez lo vea otros cuatro años después. 

martes, 27 de diciembre de 2011

Ojos Marrones...Y cuando todo se acabe, y se hagan polvo las alas…




Esa canción de Pedro Guerra se grabó de música de fondo… tanta confusión y tan de golpe.
Mi amiga, mi iniciadora en el cine local lo señaló como ha señalado muchos de mis caminos… Fue así que lo vi por primera vez.
Lo conocí en Noviembre como buen cáncer  en mi vida y por la misma razón me inquietó con su energía… -Periodista- Bastó saber su ocupación  para voltear otra vez la mirada… y luego saber todo lo demás. “Periodista, cuentacuentos, malabarista, sociólogo y trovador” tantas pasiones y en una sola persona.  Lo de malabarista lo supe después de la primera charla breve. Todo transcurrió en un rodaje. Cosas del destino.
Entre todos y de pronto él. El que casi  no hablaba con nadie, me subí a su auto sin buscar nada, sólo mi equipo de arte; Dos amigos, una maleta, metros y metros de un tendedero onírico, idea del director. Supe su nombre y su ocupación para hacer platica  y luego de la cajuela sacó unas clavas…
Fue en ese mismo viaje (creo que una producción es un viaje aunque uno no tenga que cambiarse de sitio) que le tocó llevarme por unas lámparas a un cafecito del centro de Puebla… era Sábado y para no variar las calles estrechas estaban llenas de autos que avanzaban más que lento… Ante eso, platicar con el nuevo conocido... Y así lo supe,  también es escritor y de la novela de su propia vida en el sentido más literal de la frase.
“Yo también escribo”. Cuenta la leyenda y los amigos en común, que esa frase que salió de mi boca fue el mantra mágico para atraer la atención del periodista. Ese día le confesé que ese café donde toca me parecía el lugar más aburrido de la tierra sólo con verlo de lejos… que la trova me daba sueño hasta que mi papá puso un café y le  tomé cariño por los buenos recuerdos.
Al siguiente día, fuimos por vino,  así fue que platiqué con él… Ojos marrones y grandes, cabello rizado y castaño, compartimos una cerveza y hablamos… y si, como siempre con él, el tiempo se pasó volando así que me fui.
28 años, me llevaba 7 … y yo creyendo increíble tanta afinidad con ese nuevo escritor…  Y después de ese día varias invitaciones que no pude aceptar por falta de tiempo, pero por fin un día lo vi… Yo insistí en una amistad increíble donde la charla se extendía mientas las horas se agotan a prisa… falté a una clase por el gusto de ese primer café y así se nos hizo costumbre hablar y hablar tras un café, compartir textos y compartir pedazos de nuestras vidas en esos escritos, horas de conversación por chat.

Compartimos gustos musicales, gustos en la comida, en los escritos y en las películas… Nos contamos nuestra vida poco a poco como si nos conociéramos de siglos atrás… Me llevó a su lugar favorito donde pensar y fumar un cigarro… Conocí a la “Princesa de Largos Cabellos” después de contarle una historia de esas que se vuelven a vivir con todas sus sensaciones al narrarse y hacen reír y llorar como toda historia completa.

Y entre tanto café y tantas letras, nuestros labios se encontraron un sábado de Enero,  por la tarde… una sensación de mareo invadió mi cuerpo y el suyo, sentir tanto y tan de prisa me causo un caos enorme… Y también se me metió una duda en medio de la cabeza, así también empecé a darme cuenta que quizá había dejado un capitulo abierto en mi vida… Y yo no quería voltear ni tantito la mirada…
Nos hicimos novios compañeros de café oficiales en un Café Plaza, era tarde y él llevaba el cabello recogido en una coleta, y las mejillas rojas del sol de la tarde después de cubrir algo así como un plantón. Rápido me acostumbré al olor de su vida, una mezcla del día y de esos sitios que recorría… al aroma de su casa y el mate, a los recuerdos sembrados en todos los rincones de esa casa sepia como sus ojos.
Me acomodé a sus brazos, a su piel y a sus manos… Después de que ni de broma me veía con él.  Me acostumbré a su trova de los viernes por la tarde, a la profundidad de su voz y su sonrisa mientras cantaba… “Un Vestido y Amor” esa canción que es de mis favoritas tuvo el detalle de volverla la música con la que a veces lo recuerdo.  
Consiguió un jeep para que yo lo manejara… Agregó canciones increíbles al soundtrack de mi vida… me dejó a Drexler y a Guerra y Quien Fuera de Silvio, entre otras cosas…
Y al final terminamos, y si, fue un final de esos que duelen y yo no quería soltarlo y él no quería soltarme, pero yo sabía que era hora, él tomó la decisión y cuando se arrepintió, yo la reafirmé. Mi cabeza era una gran telaraña con forma de duda, mis recuerdos y los suyos chocaban entre sí, y mi carácter combinado con el suyo hicieron de todo un gran lio… y lloré muchísimo por no saber mi sito en la vida… y lloró no sé por qué. Ya de amigos, me dejó estar con él tras la muerte de un mejor amigo… y no todos tienen la fortuna de conocer seres tan humanos, que sienten tanto.
Yo lo quiero como un hombre de esos que hay pocos y que se sabe fácil que valen la pena, porque además es un ser humano maravilloso que no fue sacerdote porque se decepcionó de la religión a tiempo... por enamorado y de una mujer.  Porque además es de esos que piensan que “El espíritu de un guerrero no se mueve por dinero” porque  es un tipo de convicciones, porque después de este reciente golpe, aun tiene la sonrisa optimista.
Al final sé de él que es de esos que entregan todo… y que dice “Vale la pena darse en la madre” a pesar de que algunas veces no le ha ido muy bien.
Y aunque sólo somos amigos, puede sentarse a platicar conmigo horas, otra vez, a pesar de que le diga que vivo en el limbo y que él diga que yo no le hago caso.
Y estar con él fue un aprender constante, una evolución en mi vida, una forma nueva de compartir. Uno de los mejores y más increíbles capítulos de mi vida.

  Y Ahora que te escucho y sé que no estás tan bien como pretendes… casi no sé qué decirte… Sólo que sepas que te quiero, y que puedes contar conmigo como yo he contado contigo aun cuando menos lo espero… Y que esta mala pasada pase pronto… porque como tú dices al final siempre llega la luz y tú a pesar de todo, siempre vas a tener los Ojos Marrones  más lindos del mundo.
Recuerda “El Cable a Tierra”.

lunes, 4 de abril de 2011

Gracias por decirlo…

<<“Por favor ya no me busques” La verdad es que no puedo evitar que a mí me suene irónico. Que TÚ me busques para decirme que no te busque. Que de tu boca ahora salga esa frase que tantas veces repetí casi suplicándote. Hace tiempo dejaste de sorprenderme. Hace tiempo, no tanto, pero si ya tiene un rato que decepcionarme más de ti…  es imposible, todo tiene un límite. Creo que ya de ti ya nada, o casi nada me sorprende.>>



Cuando tenía 18 estaba cerrando un ciclo, que pertenece a otra historia, por esos días me presentaron a un vecino que me gustaba “secretamente”, un niño de ojos grandes, cabello rizado que olía a verano, de sonrisa perfecta, de ideas firmes o eso pensé… me llevaba dos años y cruzamos palabra por primera vez en el cumpleaños de mi casi hermanito. Un par de niñas andaban tras de él, menores que yo… recuerdo que desde la primera charla a media noche entre los conocidos de vista, donde él me hizo platica, porque yo no le hablaba a nadie, me dijo que quería tener una novia para salir a todos lados, para presentarle a sus papás. Me di cuenta de inmediato de que éramos opuestos, había varias opiniones que no compartíamos, en ese entonces él parecía tener “planeada” su vida; con hijos, esposa, casa y coche a mediano plazo que a mí me parecía cortísimo, además de un disparate.
No me llevo demasiado tiempo enamorarme de esa piel pálida, y esos ojos enormes que me miraban fijamente en medio de un montón de gente, para mí todo estaba dicho, era la explicación perfecta para dar fin al capítulo anterior, era la forma de descubrir en mi hasta donde podía cambiar mis planes, solo por compartirlos. Me enamoré de sus manos blancas, de sus pies y sus lunares, de la forma infantil de sus labios, de su forma de besar.

En los primeros meses que salimos y en los primeros meses de novios, todo, por lo menos para mí fue perfecto, andábamos juntos los fines de semana, y diario al final del día corría a mi casa, mientras planeábamos no vernos tan seguido. Le urgía presentarme a  sus papás y a mí me daba pavor al asunto familiar, sin embargo con ellos también me encariñé. Pronto conocí a los abuelos y a los primos… y creo que pronto todo cambio.
Compartimos varios atardeceres platicándonos nuestras vidas, discutiendo tanto nuestros miedos. Las primeras veces como un asunto casual en el que él pasaba por mi casa, bien vestido, de mocasines blancos y ese chaleco rosa que amé por varios meses (a veces es  curioso cómo se pueden hacer vínculos con objetos que ni nos pertenecen). Nos sentábamos a platicar nuestros días, los planes, y demás asuntos que pensamos y no pasaron.
Salíamos cada que se podía, una que otra vez me sorprendió llegando a donde sabía estaría. Sin duda era un chico lindo, que parecía tener bien plantadas las convicciones, no encontré pretexto alguno para resistirme a que tomará mi mano, o que nos abrazáramos tan tan fuerte que queríamos desaparecer en un solo latido. Varias veces se nos hiso tardísimo discutiendo “moralidades” o escuchando música de nuestros celulares.
No recuerdo haber sentido antes, tanta seguridad en alguien. De pronto, aquellos pretendientes que no me desagradaban se volvieron invisibles, ya que todo para mi estaba puesto, sólo era cuestión de dejar atrás los nervios y comenzar algo nuevo. Un día él me acompañó a la presentación de un proyecto en el que participé, la espera se hizo larga y de pronto por fin me preguntó si quería ser su novia, y así empezó todo; la mejor ilusión que tuve, lo más seguro de mi vida, perfección que parecía imposible, entre canciones melosas y de mal gusto, pero nadie lo notaba.
 Ese chico de manos gruesas, y sonrisa inocente, cautivó a todos y cada uno de los miembros de mi familia, no había diferencia grande de edades, y según todos, a leguas me adoraba, yo confiaba en él ciegamente, por primera vez amaba a alguien y me sentía correspondida a tal grado que sentía que mi vida, era el camino mejor trazado.
Algunas tardes veíamos películas, me acompañaba a las reuniones familiares en el Cabrio blanco que su papá nos prestaba, todo era perfecto. Estuvo presente en uno de los encuentros más difíciles de la familia, la muerte de mi abuela y así por consecuencia, mi familia paterna se acostumbro a verlo ya en otros asuntos menos tristes.
Recuerdo una temporada de lluvias intensas que provocó un charco enorme al final de la calle, y conforme iba pasando la noche, los sapos empezaban a croar, cual presagio. Creo que fue en una de esas noches que entre miradas cercanas y canciones  él descubrió un corazón marcado en el pavimento como una casualidad, afuera de mi casa… Seguro que en uno de esos días también platicamos de “Los Años Maravillosos” la serie, y con una llave marcó las iniciales de Winnie Cooper y Kevin Arnold. (Asunto que me da un poco de pena, ya a estas alturas.)
La primera de nuestras peleas grandes nos hizo terminar… fue en verano, y esa extrañeza que a veces uno percibe queriendo encontrar una explicación apareció, hasta que estalló una noche antes de ir a Six Flags. Una llamada telefónica de esas en las que sobran los silencios me sacó de quicio. No podía esperar toda la noche para saber lo que ocurría, entonces salí de mi casa y caminé a la suya, toqué el timbre y salió, quería sacarle las palabras de un solo golpe, quería que me explicara algo y no pasó nada.

Me regresé con la misma duda con la que salí de mi casa y él se fue de antro… al otro día lo dejé a propósito, no quería encontrar un “no” como respuesta y me fui con mis hermanos al punto de reunión, era un viaje entre primos, y en ese tiempo que llevábamos de novios ya tenía la simpatía de mis tíos y mis primos, por lo tanto cuando llegué sin él todos se sorprendieron. Él me mandó un mensaje reprochando que no lo había esperado y uno de mis primos fue por él a su casa. Vaya cosa! Parecía que yo tenía la culpa de todo.
Ese día fue pésimo, yo quería divertirme, y que todo se arreglara, pero él se negaba a tocar mi mano, me sentía la persona más tonta del mundo y con un enorme nudo en el corazón que me mantuvo llorando por tres días o más. Después de varios intentos fallidos se me agotó la paciencia como suele ocurrirme, sin que yo supiera leerle el pensamiento, no logré entender que pasaba y concluí que todo se había ido al carajo, justo al momento de cortarlo, muy al melodrama, me regaló un peluche que había ganado en un juego, decidí divertirme, pero aun traía el corazón hecho pequeños nuditos que no se desataban ni con todo el llanto del mundo, quería desaparecer de pronto y llorar a mis anchas sin que nadie me viera.
Fueron  dos horas del DF para Puebla en las que el llanto no se acabó, yo escuchaba a una de primas, hablarme de todo, de que viera como él sufría por mí en el asiento de adelante.
Pasaron dos días y ante mi llanto insistente que no podía disimular, todo mundo conspiró para nuestro regreso incluida su madre que en una llamada telefónica, me preguntó qué pasaba y me hizo ver que los dos estábamos extrañándonos. Entonces bajo consejos de la gente de nuestro alrededor, vino a verme con el pretexto de entregarme algo mío.  Era de noche y casi sin dar la cara, sin poderme ver a los ojos y a punto de llorar, me explicaba su miedo, y sus celos infundados, por mensajes de alguien que yo ni conocía, para mí él era el único sobre la tierra, mi complemento, y se lo expliqué, no fue fácil volvernos a abrazar y que de pronto todo quedara disuelto en ese abrazo. Pasó un buen tiempo para volver a pelear, pero él día llegó.

El entró a trabajar y con eso  nuestra relación empezó a caerse… con el coche nuevo le aparecieron los amigos, los amigos que le presentaron a las amigas, le aparecieron las dudas de tener una vida estable y le llegaron unas ganas locas por conocer más gente… Pero eso yo no lo sabía.
Todo se complicaba, le descubría mentiras, de repente discutíamos, y no nos hablábamos…
De alguna manera, muy extraña, me acoplé a su impuntualidad, pero un día las cosas empezaron a percibirse distintas, cambió tal vez la luz de su mirada, o no sé, pero una sensación a mi me decía que algo no andaba bien, tuvimos varias peleas en una de esas azoté la puerta de su coche y él me gritó algo que no alcance a escuchar, otra pelea fue un día que pasó horas bloqueando mis llamadas, hasta que contestó una voz de mujer y colgaron rápido, y aun así lo “arreglamos”, al final yo creía en él y no tenía ningún motivo lo suficientemente fuerte y comprobado, para estar segura de que me engañaba.

Pero un buen día, que al principio me pareció pésimo, todo se aclaró y ese día lo agradezco con el alma, descubrí sin lugar a dudas que me engañaba con una chica que negó al principio, en uno de esos rompimientos de una semana, la vi con él, me puse como loca, una paranoica que no quiero volver a ser, y cuando tuve que tomar la decisión la tomé. 

Los días con él fueron un rato inmenso donde todo era colorido, las noches se pasaban rápido y confieso que fui la más asquerosamente cursi sobre la tierra. Pensé con el alma entera que mi vida era al lado de él (qué bueno que no). 

Abril fue un giró inesperado, un giro de ocho meses, y los que le lloré sin que supiera... ya en los últimos días del año, fue en uno de esos que mi madre me dijo cuánto me admiraba por ser firme en mi decisión y yo lloraba desconsoladamente, sin si siquiera la más leve intención de regresar, aunque él se valiera de todo a su alcance hasta recurrir a mi madre…
Meses después, o quizá un año después ya sin dolor aparente, volvimos hablar algunas veces, en las que me contó lo que me hizo estar segura que él no era el hombre de mi vida, a pesar de insistir.

Y así volvimos a terminar mal. Me quedé con el último recuerdo de su inmadurez, cada vez más extraña, con la claridad de su vida revuelta, de quien ha buscado hasta el cansancio y ahora pide a que no se le busque
Pero hay un buen recuerdo que corresponde a otros años…


sábado, 27 de noviembre de 2010

Tú... (Que sabes que estoy hablando de ti)


Su sonrisa contrasta con su mirada es como si cada vez que sonriera se le asomara un poco de inocencia… es tierno, o fue tierno aunque haya quien no lo crea. Seguro que a veces, muy pocas veces también su mirada contrasta con su voz gruesa.

Julio estaba a punto de llegar a su fin. Era el cumpleaños de uno de mis amigos, quizá el destino, si es que eso existe nos puso allí en el mismo lugar; ni la decidía, ni el sueño, ni la lluvia, ni el frio, ni el pantalón que se me caía me hicieron quedarme en mi casa o ir a cenar con mis papás como en cualquier otro sábado. Aunque mis ganas de ir tampoco eran sobresalientes. Solo sé que tenía que estar ahí. 

Un amigo (johny) que hace tiempo no veía llegó a la reunión con sus amigos, eran 4 aparte de él. De inmediato reconocí a uno de ellos, hacía meses me había agregado al Facebook y no sabía que precisamente compartíamos esa amistad.

Lo reconocí por sus fotos y él a mí… Me pase el tiempo con unos amigos y esa noche fue todo, nos despedimos con un beso en la mejilla mientras me hacía notar con una sonrisa que sabía quién era yo. Nunca pensé, por lo menos en ese momento, que ese chico con pinta de rocker y partemadres se interesará en mí. En mi que había compartido aula con uno de sus mejores amigos, que era la “tierna”, la pequeña del salón, la bien portada ja! , a simple vista y en resumen lo opuesto a él. 

Las conversaciones por chat empezaron a surgir esporádicas y la verdad me sorprendía bastante su forma de ser y ciertos aspectos de él, su gusto por la música cristina, su supuesto desinterés por casi todas las mujeres, (sin que se preste a malas interpretaciones, en el buen sentido de la frase) me refiero a que a veces no las toma en serio y lo acepta, sin embargo nunca me sentí una de ellas … Johny, el amigo que compartimos hasta ahora me invitó a una fiesta, insistió en que fuera por que sus amigos, habían preguntado por mí. Fui un poco por curiosidad y otro poco por ver al chico del Facebook… he de confesar. Ese día lo vi, se portó amable como siempre, atento… y después desapareció con una mujer de minifalda. 

Pasaron como tres meses y continuaron las conversaciones de respuestas monosilábicas y de no más de 5 líneas, no me importaba en realidad. 

En Octubre, con un concurso de bandas de rock empezó todo… por una conocida en común supo que me gustaba la fotografía. Dada la situación me invitó al concurso y me dijo que le encantaría tener un par de fotos de su grupo tomadas por mí. No me molesto la idea y fui con un par de amigos de la universidad que además por obvias razones son amigos de Johny.

El concurso lo ganaron ellos, así que lo que siguió fue ir a la casa de uno de los chicos. Primo de él. Qué además vivían en el mismo lugar. Una casa que no me imaginé que llegará a gustarme tanto en tan poco tiempo; por el papel tapiz, por el refrigerador cincuentero, por los álbumes familiares, por el material fotográfico de su mamá… en fin. 

Al principio, ese día en especial apenas podía mantenerle la mirada, me hacia un manojo de nervios, sin tener ni media respuesta, ni un atisbo de frase para iniciar una conversación, ni para que estuviera a medio metro de mi, sin sentir que me hacia una nada.

Él en si es imponente… un tipo alto de piel blanca, barba y cabello negro que lo hace parecer de unos cinco años más a los que en realidad tiene, de espalda ancha y hombros altos, que me abrazaba a modo de saludo al tiempo que me sonrojaba y dejaba sin una palabra coherente. Amable y bien educado, “educado a la antigua”, de los que te abren la puerta y te cuidan. A veces me recordaba una película donde una mujer hace un hechizo para solo enamorarse de un hombre con un ojo verde y uno azul. Él insistía en hacerme notar como uno de sus ojos era de un café más claro que el otro.

Sus mensajes al celular después del día del concurso me robaron el pensamiento, los mensajes como otras cosas también contrastaban con lo que yo creía de él al principio y me agradaba.
Siguieron algunas salidas, una película que yo sola, por iniciativa propia jamás hubiera ido a ver, y un par de conciertos a los que él seguro en otra situación jamás hubiera asistido.

Así fue sucediendo poco a poco… el día de su cumpleaños tuve la idea de hacer algo que simplemente me nació, muy a pesar de la inconformidad de mi amiga, era simple hacerle un regalo, lo pude a ver hecho en cualquier otro momento a cualquier otra persona, pero ese día aunque no fue un regalo espectacular, nada fuera de lo común lo especial es que ese regalo lo disfruté sin duda más que él. Casi provocó quemaduras en mi amigo que detenía el pastel con las 23 velitas afuera de la casa de mi perdición. El mini pastel estaba a punto de convertirse en antorcha y mis amigos a punto de mandarme lejos con todo y mis cursilerías.

Las cosas entre los dos empezaron a ser mágicas, he de reconocer que conmigo y para mi, él no fue ordinario… Fueron varias las tardes que salimos y en las que las ganas de besarnos fueron grandes... y no pasó nada.

Las conversaciones por chat se alargaban hasta la madrugada e invariablemente despertaba pensándolo.

Hubo una semana en que no nos vimos, por decisión de él, pero yo no lo sabía, quiso ponerse una prueba para ver si me extrañaba. Aunque esa “prueba” no sirviera de nada, así es de voluble “el amor” o esta cosa muy parecida. Al cabo de la semana nos llamamos y dado que los dos saldríamos de antro acordamos vernos. Esa noche, ese instante de segundos en el que yo lo vi al llegar, lo tengo guardado en una imagen donde todo alrededor se cógela y gira. Pienso que los dos sentimos algo muy parecido y por eso un día después me pidió que fuera su novia, recargado en la barra de la cocina de mi casa… 

Creí tanto en él, que solo de recordarlo el corazón se me hace pequeño. Solo podría medio describirlo, basándome en un segundo… “Es sentir la seguridad más grande al verlo a los ojos” no sé por qué.

Un día de Febrero, me fui con él y su banda a un lugar donde parece que puedes alcanzar los volcanes con la mano, con música que terminó por gustarme y una sesión de fotos que valió la pena, ese día fue uno de esos en los que sientes que nada importa.
Hubo varias canciones, un par en especial que se clavaron en mi mente en esos días, en esos meses que apenas nos duraron nada. Hubo además una fecha trillada increíble tal vez a propósito, por mi culpa, una cena el 14 de Febrero, hay partes de ese día que prefiero omitir aunque al final todo haya valido la pena. 
 
Todo terminó un día de marzo como terminan todas las cosas en la vida, no hubo muchas explicaciones, tampoco es que las necesitara, solo quería algo definitivo que la verdad para mí en ese momento, lo que menos fue, fue definitivo. El terminó conmigo con ciertas dificultades, por un medio poco conveniente, pero en el preciso momento, justo cuando yo estaba a punto de “perder” o quizá “perdiendo”. (En realidad no siento haber perdido nada). Con un montón de dudas que quizá inventé para no ser drástica, para suavizarme a mi misma las cosas. 

Me hice de letras y letras de un par de cartas que no entregué y la incertidumbre que uno guarda más por consuelo que por incertidumbre…. Junto con algunos frasecillas que me dijo después de terminar… Varias veces intenté sacarle la declaración de un sentimiento definitivo que doliera o que diera consuelo, pero terminaba confesándome antes de sacarle algo.

Hace unos días iba en el coche, con unas amigas, ya de madrugada y lejos de mi casa, borracha de sueño, solo de sueño aunque no lo crean. Me despertó la música con él en la mente, sin detenerme a pensarlo le marqué y dejé que la canción terminará, cante, cantamos, mis amigas y yo como nunca (juro que no acostumbro a hace ese tipo de cosas), una canción que le dediqué. Seguro pensó que estaba borracha, que estoy loca, obsesionada, no importa, es lo de menos. Después de gritar, de berrear tanto sé que de ese asunto y de mi parte ya todo está dicho. 

A casi un año, antes de que cambie de opinión al respecto de todo. Todo sea por el buen recuerdo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Frida


Cuando iba a cumplir 15, hace casi 7, moría por tener un hurón, esos animalitos simpáticos y curiosos siempre me gustaron. Una amiga de mis papás tenía una hurona y casi de ahí vino mi gusto y mi deseo de tener uno. Una de mis tías me pregunto qué quería de regalo de cumpleaños y yo pedí un hurón, antes de mi fiesta, mucho antes, fuimos a la tienda de mascotas. Solo había una, era muy inquieta y no se dejaba agarrar, era pequeñita y de pelo claro con partes cafés oscuro. Me la lleve a mi casa, apenas te acercabas y daba un zarpazo como un  gato huraño, a los días se fue acostumbrando a mí y a mi hermano, más a él que a mí. Frida era inquietísima, me rompió perfumes, tazas, zapatos e hizo guarida en mi colchón,  (y esto no es metafórico)  rasco y rasco hasta que le hizo un hoyo tan profundo que se metía y no podía encontrarla. 

Mis papás me compraron un colchón nuevo y mandaron a hacer una base de cama alta, como de litera pero solo para una cama, para que Frida no hiciera un hoyo al nuevo colchón. 

Mi cuarto dejó de ser mi cuarto, Frida seguía acarreando cosas de un lugar a otro, y también a veces sin querer se le caían mis alhajeros o el reloj de arriba de la tele. El lugar era su territorio.

Entonces mi papá decidió poner un cancel en el hueco que se hace en la escalera, esa era la casa de Frida era grande y yo la extrañaba al principio, entonces bajaba a verla y andaba arrastrando algo, su traste del agua, o su cobija, o a veces dormía. (Los hurones son animalitos muy dormilones), me acostumbré a que estuviera ahí y me duele reconocer que  a veces me olvidé de ella.

A Frida la dejé de sacar a pasear un día que volvíamos a la casa y notamos (mi hermano y yo) que le costaba respirar y estornudaba, nunca se había enfermado, por suerte en el fraccionamiento había un veterinario especialista en fauna exótica, papá de un amigo de la primaria, que nos atendió a pesar de la hora. Él le salvo la vida, con una inyección que le dolió mucho, me recomendó envolverla bien y poner agua caliente en botellas cerca de ella para que no se resfriara (más).
La segunda vez que se enfermó, fue cuando una conocida me encargo por varios días a un hurón llamado Hershie, él aun era bebé y creo que a Frida no le pareció buena idea tenerlo de compañero, era un hurón bastante obeso, se veía sano, pero Frida  se enfermó y bajo de peso, la llevamos a un veterinario y se recuperó cuando le suspendimos la medicina que nos mandó. (Por donde vivo no conocía otro veterinario confiable, y el papá de mi amigo se había mudado, nunca supe a donde).

Frida nunca fue como los demás hurones que yo veo a veces en la calle y están quietos, a veces en una bolsa de mano o caminando con una correa, creo que era claustrofóbica como yo, y estaba muy loca, brincaba en exceso, si la tocabas empezaba a brincar y hacer ese ruido como de patito de hule en cada brinco, si la ponía en una mochila, o una bolsa más tardaba en meterla que en lo que ya estaba afuera intentando alcanzar el piso, la correa simplemente no se la ponía porque empezaba a darse de vueltas para zafársela  y fui incapaz de obligarla.

Frida vio desfilar por la casa, cuatro perros de los que solo nos queda uno, dos iguanas una murió y la otra despareció misteriosamente, ya que por su tamaño no era una cosa que pasara desapercibida.  Schubert, el único perro que teníamos cuando ella llegó, la respetaba bastante, era un Airedele Terrier algo grande y bravo, pero a Frida apenas si la tocaba, ella lo mordía y se colgaba de su barba y él solo la tocaba con su pata como si se le hubiera parado una mosca. A Schubert  se lo robaron, yo estoy segura de quien fue, pero mi hermano por alguna marciana razón no quiso reclamarlo. Cuando llegó Fergie tiempo después, una perrita de un par de meses que parecía un panda bebé la correteaba, pero Frida se metía bajo algún mueble y no entonces ya no podía alcanzarla. Danna nuestra perrita actual (un pastor inglés) tiene la espantosa maña de molestar a los animales pequeños, yo creo que quiere jugar con ellos, pero sus patas enormes terminan por matarlos, siempre le advertimos que con Frida no jugara, que no la molestará que no le hiciera nada, un par de veces Frida se salió al patio por descuido y Danna solo la veía o la olía y si Frida corría hacia ella Danna huía como si Frida pudiera comérsela. 

Hace casi un año, le descubrí una gotita de sangre en el dorso, al final de su espalda, pensé que Browni, el cachorrito de mis primos, la había mordido mientras jugaban, pero no fue así con los días note una como bolita, y la lleve a otro veterinario, novato,  que le puso una pomada y unos líquidos, después de unos días la cosa desapareció y de un día para otro apareció y cada vez era más grande, fue así como todas las recomendaciones nos llevaron al mismo veterinario, que además está cerca de la casa. Él la operó y la dejo tan bien que realmente me sorprendió, Frida se recupero muy rápido y andaba  feliz, hasta hace unos días que llegué a mi casa en la noche. Me sorprendió ver su trastes de agua y de croquetas casi llenos, cuando supo que entré a su cuarto, salió de su caja de madera, como mareada, como cuando apenas despertaba después de la anestesia el día de su cirugía, le di un trozo de plátano que se comió y caso a fuerza unas gotas de agua con mis dedos, un amigo me dijo que la miel reanimaba a sus  perros y como no tenía miel le di un trocito de dulce que también se comió, de pronto volvió a salir corriendo y después la deje para que se metiera a dormir, era muy tarde para ir al veterinario. 

En la mañana busqué al veterinario y tardé como 5 horas para encontrarlo pero Frida estaba hecha un trapo. Había oído de hurones que entran en Shock y convulsionan, pero a Frida nunca en sus casi 7 años le había pasado. Así llegó al veterinario la llevaba en la mano, solo sentía su corazón y que respiraba pero ella no se movía, el veterinario la revisó y le puso tres inyecciones, me dijo que la mantuviera caliente con botellas de agua, como cuando se enfermo la primera vez, así hasta que saliera del schock le daría suero oral y unas proteínas para que se recuperara, en la noche le empecé a dar el suero con una jeringa parecía que todo estaba bien pase la noche al pendiente y en el día mi hermano se encargó de ella, está noche, hace unas horas me levante a calentar más agua, una hora antes le di un poco de alimento y se quejaba un poco, cuando comió se quedó tranquila o eso pensé, me dormí una hora, fui por el agua caliente, y cuando regresé la revisé, noté que no respiraba fuerte como lo había estado haciendo desde un día anterior, pero su corazón tampoco latía, no sé si yo tuve la culpa, dice mi hermano que se atragantó con la comida, o no sé si ella se quiso morir porque estaba sufriendo. Me tranquiliza un poquito que se murió junto a mí y no solita en su casa.   
Friducha te vamos a extrañar.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Virginia



Sus enormes ojos negros siempre manifestaban lo que quería decir… Eso fue hace unos cuatro años, aunque no sé con exactitud hace cuanto deje de verla. Virginia tenía diversas formas de interpretar las palabras, las dichas o silenciadas que se sabían gracias a comportamientos gestos o versos malintencionados. Su larga lista de pretendientes y algún que otro amor en huida, la convirtieron en mi mejor oído.
Ella es alta, comparada con el común denominador de las mujeres mexicanas, morena, cabello largo y negro…Hablaba mucho casi tanto como yo, puede que más o puede que menos, ella me contaba, yo le contaba e invariablemente emitía su opinión sin censura. Hay frases de ella que nunca se me olvidan:” ¿y ese bomboncito?”, “Vas a ver que si lo ves con otra le vas a preguntar y va a decir que es su amiga que estudia turismo”, “No esperes tanto que así perdí siete años de mi vida”, “Cuando tengas mi edad, vas a saber que es lo mejor”. No recuerdo con exactitud su edad pero ella  andaba cerca o tal vez  ya en las treinta vueltas al sol, aunque no los aparentaba para nada, hace como tres años.
Victoria no era precisamente bonita, era más bien atractiva, andaba siempre tan distraída que creo que hasta donde dejé de verla, no notó todas las miradas que arrancaba, siempre traía una gran sonrisa, no recuerdo haberla visto triste aunque si indignada, y enojada. Nunca le faltaban tipos en su negocio haciéndose los graciosos pretendiendo que caería, pero ella era siempre amable hasta para quitárselos de encima.
Ella había estudiado una carrera que no le gustaba, pero que estudió por las clásicas recomendaciones de estudiar algo que deje dinero, ejerció, pero no le gustó y decidió  ser independiente y de verdad lo era, se mandaba sola y era muy responsable, supongo que ahora es más. Vicky es de esas mujeres que se han ganado su libertad a pulso… se le notaba que era buena hermana con sus hermanos menores, aunque también exigente.
Justo ahora me viene a la mente, tal vez por esté proceso largo y cruzado que traigo con mi corazón, y con mi mente, y sin duda por la admiración que siempre le tuve y aun le tengo… Ella era, y espero que siga siendo de esas mujeres que saben estar con ellas mismas ,y se le notaba, que no tienen ni un gramo de preocupación por el  escándalo ajeno de quedar por siempre soltera, de esas personas que están ahí como por arte de magia con una frase perfecta, que te aparece como anillo al dedo. Nunca se nos hizo salir juntas de parranda, porque cuando por fin yo había cumplido 18, nunca nos pusimos de acuerdo y a los meses deje de verla… La recuerdo con un brasileño como de 1.80 de espalda anchísima, que bailaba salsa, moreno de gruesos brazos, negro, y al hablar de él se sonrojaba nerviosa como si lo tuviera enfrente, como si le estuviera bailando en ese momento, como  la noche anterior.
Ella me contaba lo de sus farras, mientras me preparaba un sándwich y yo escuchaba  vestida de jumper azul, zapatos negros y calcetas blancas de mil rayas, ella despechugada como siempre y enseñando los hombros, riéndose como si nadie la escuchara, después de susurrar algo que sólo entendía si lograba leerle los labios… y  ella, invariablemente, enfatizaba poniendo los ojos en blanco… y se le extraña hasta en la más simple de las anécdotas, hasta en el más intenso final de la historia que me quedé por contarle.