miércoles, 4 de agosto de 2010

Virginia



Sus enormes ojos negros siempre manifestaban lo que quería decir… Eso fue hace unos cuatro años, aunque no sé con exactitud hace cuanto deje de verla. Virginia tenía diversas formas de interpretar las palabras, las dichas o silenciadas que se sabían gracias a comportamientos gestos o versos malintencionados. Su larga lista de pretendientes y algún que otro amor en huida, la convirtieron en mi mejor oído.
Ella es alta, comparada con el común denominador de las mujeres mexicanas, morena, cabello largo y negro…Hablaba mucho casi tanto como yo, puede que más o puede que menos, ella me contaba, yo le contaba e invariablemente emitía su opinión sin censura. Hay frases de ella que nunca se me olvidan:” ¿y ese bomboncito?”, “Vas a ver que si lo ves con otra le vas a preguntar y va a decir que es su amiga que estudia turismo”, “No esperes tanto que así perdí siete años de mi vida”, “Cuando tengas mi edad, vas a saber que es lo mejor”. No recuerdo con exactitud su edad pero ella  andaba cerca o tal vez  ya en las treinta vueltas al sol, aunque no los aparentaba para nada, hace como tres años.
Victoria no era precisamente bonita, era más bien atractiva, andaba siempre tan distraída que creo que hasta donde dejé de verla, no notó todas las miradas que arrancaba, siempre traía una gran sonrisa, no recuerdo haberla visto triste aunque si indignada, y enojada. Nunca le faltaban tipos en su negocio haciéndose los graciosos pretendiendo que caería, pero ella era siempre amable hasta para quitárselos de encima.
Ella había estudiado una carrera que no le gustaba, pero que estudió por las clásicas recomendaciones de estudiar algo que deje dinero, ejerció, pero no le gustó y decidió  ser independiente y de verdad lo era, se mandaba sola y era muy responsable, supongo que ahora es más. Vicky es de esas mujeres que se han ganado su libertad a pulso… se le notaba que era buena hermana con sus hermanos menores, aunque también exigente.
Justo ahora me viene a la mente, tal vez por esté proceso largo y cruzado que traigo con mi corazón, y con mi mente, y sin duda por la admiración que siempre le tuve y aun le tengo… Ella era, y espero que siga siendo de esas mujeres que saben estar con ellas mismas ,y se le notaba, que no tienen ni un gramo de preocupación por el  escándalo ajeno de quedar por siempre soltera, de esas personas que están ahí como por arte de magia con una frase perfecta, que te aparece como anillo al dedo. Nunca se nos hizo salir juntas de parranda, porque cuando por fin yo había cumplido 18, nunca nos pusimos de acuerdo y a los meses deje de verla… La recuerdo con un brasileño como de 1.80 de espalda anchísima, que bailaba salsa, moreno de gruesos brazos, negro, y al hablar de él se sonrojaba nerviosa como si lo tuviera enfrente, como si le estuviera bailando en ese momento, como  la noche anterior.
Ella me contaba lo de sus farras, mientras me preparaba un sándwich y yo escuchaba  vestida de jumper azul, zapatos negros y calcetas blancas de mil rayas, ella despechugada como siempre y enseñando los hombros, riéndose como si nadie la escuchara, después de susurrar algo que sólo entendía si lograba leerle los labios… y  ella, invariablemente, enfatizaba poniendo los ojos en blanco… y se le extraña hasta en la más simple de las anécdotas, hasta en el más intenso final de la historia que me quedé por contarle.

4 comentarios:

  1. Estúpendamente mágico.
    Me encanta leerte Quetza

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  2. Gracias, Roo... a mi me gusta leerte a ti :)

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  3. Te dejo un abrazo deseando que estés bien.



    Besos.

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  4. Gracias Malque, creo que he abandonado un poco a los amigos bloggeros.. los extraño

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